El Defensor Incansable: La semilla de la justicia: el día que Armich decidió convertirse en abogado – lucha contra el bullying- capitulo I

El sol de la tarde pintaba la sala con trazos dorados mientras Armich avanzaba con paso firme hacia el sofá donde sus padres lo esperaban. Sus miradas, llenas de curiosidad y esperanza, lo seguían en silencio. En sus rostros se dibujaba la misma pregunta que latía en el aire.

—Armich, acércate y cuéntame si ya decidiste qué carrera seguir —dijo su madre, con un tono suave pero expectante.

El joven, de complexión delgada pero fuerte, se detuvo frente a ellos. Sus ojos, siempre tan expresivos, brillaban con la determinación de quien lleva un fuego encendido por dentro.

—Sí, mamá —respondió, sin titubear—. Quiero ser abogado.

Sus palabras resonaron en la habitación, cargadas de un peso que trascendía la simple elección profesional. Para él, aquella determinación no era un capricho pasajero: era un llamado profundo que había germinado años atrás, en uno de los momentos más duros que recordaba.

El padre de Armich soltó un leve suspiro y esbozó una sonrisa cómplice. Para ambos progenitores no era una revelación sorprendente: habían visto en su hijo, desde pequeño, un sentido de la justicia casi innato. Pero nada los había preparado para la firmeza con la que ahora se expresaba.

Armich cerró los ojos un instante, y ante ellos desfiló el recuerdo de aquel día que cambió su vida para siempre.Unas semanas atrás, durante una mañana calurosa, el patio del colegio se convirtió en el escenario de un acontecimiento que marcó a Armich para toda la vida. Al asomarse a la ventana de su aula, vio a su mejor amigo, John, acorralado por un grupo de matones liderados por el

—¡Esto no puede quedar impune! —gritó Armich, sin siquiera notar la sangre que le resbalaba por la ceja—. ¡Están violando nuestros derechos!

Los matones lo miraron con desprecio, sorprendidos por su audacia. Uno de ellos le propinó un puñetazo en el estómago y otro lo pateó en la espalda, pero Armich soportó el dolor. Se aferró a la convicción de que alguien debía detener la injusticia.

Mientras tanto, la secretaria del colegio, aterrada por los gritos, llamó con urgencia al director. Sin perder un segundo, él tomó sus llaves y corrió hacia el patio. Al llegar, encontró una imagen escalofriante: Armich, protegiendo a un John indefenso, rodeado de matones. La visión de la sangre y los moretones lo horrorizó. Sin embargo, su primer impulso fue minimizar los hechos con un gesto nervioso y la voz temblorosa.

—Aquí no ha pasado nada grave —dijo el director, tratando de contener la tensión.

Armich, con la respiración agitada y la rabia aún palpitándole en la voz, se incorporó con determinación. Se sintió como si sostuviera la ley en sus manos, aunque fuera solo de forma simbólica, y miró al director sin parpadear.

—Director, usted tiene la obligación de actuar —exclamó, con la voz aún temblorosa pero firme—. La convivencia sin violencia no puede ser solo una consigna. ¡Debe proteger a los estudiantes y sancionar a los culpables!

El director parpadeó, confundido. Parecía debatirse entre proteger la reputación de la institución o reconocer la gravedad de aquella agresión. Sin embargo, ante la determinación de Armich —que se erguía como un joven abogado defendiendo la causa de su amigo—, no tuvo más opción que asentir. Prometió investigar, castigar a los agresores y asegurarse de que nada así volviera a repetirse. Para Armich, esas palabras eran más que una simple promesa: significaban la primera chispa de esperanza en medio de la crueldad.

Cuando la conmoción se disipó y la ambulancia se llevó a John para revisar sus heridas, Armich se quedó unos minutos en el patio, en silencio. El miedo, el dolor y el anhelo de justicia seguían palpitándole en el pecho como un tambor. Recordó cómo sus manos temblaban al ver a su amigo malherido, y sintió que su propia debilidad podía convertirse en fortaleza si aprendía a canalizar ese coraje en la dirección correcta. Comprendió que, si existían leyes para proteger a los indefensos, alguien debía alzar la voz para que se cumplieran. Ese día, supo que quería ser esa persona.

El recuerdo se difuminó ante los ojos cerrados de Armich, y al abrirlos se encontró de nuevo en la sala de su casa. Sus padres lo contemplaban con una mezcla de admiración y orgullo.

—¿Abogado? —repitió su padre, esbozando una sonrisa cómplice—. ¿Estás seguro?

Las palabras retumbaron en la atmósfera silenciosa. Armich apenas notó cómo su madre se acercó, posando una mano protectora en su hombro. Recordó las veces que ella había curado sus raspones cuando era niño; esa vez, su herida era distinta: no se arreglaba con un poco de antiséptico.

—Estoy convencido, papá. Quiero defender a quienes no pueden defenderse por sí mismos. Quiero que nadie más pase por lo que pasó John, que nadie se sienta desamparado en medio de la injusticia.

Un silencio cargado de emoción se extendió en la sala. Finalmente, sus padres se levantaron y lo abrazaron, conscientes de que su hijo había encontrado un propósito. Quizá el camino sería duro y largo, lleno de leyes por aprender, de juicios por enfrentar y de barreras que superar; pero Armich ya no tenía dudas.

Al despedirse de sus padres y encaminarse hacia su habitación, sintió que su cuerpo vibraba con la misma energía que aquel día en el patio. El corazón le latía con fuerza, alimentado por la certeza de que, en adelante, cada paso lo acercaba a su destino. Aferrado a su sueño, salió de la sala con la firme convicción de que, si la justicia existía, él estaba llamado a hacerla valer.

Y así, mientras su silueta se perdía al final del pasillo, Armich supo que su viaje apenas comenzaba: un recorrido repleto de desafíos, pero también de oportunidades para transformar el mundo en un lugar más justo y digno.
En algún lugar de su mente, seguía escuchando los ecos de los gritos de John y los golpes de Martín, recordándole por qué había tomado esta decisión: para proteger, para defender y, sobre todo, para cambiar las cosas.

Preguntas para los estudiantes de Introducción al Derecho

  1. ¿Cuál fue el evento clave en la vida de Armich que lo llevó a decidir estudiar Derecho y convertirse en abogado?
  2. ¿Qué ley peruana menciona Armich para enfrentar a los matones y recordarles sus responsabilidades legales?
  3. ¿Qué papel juega el director del colegio en la situación de acoso escolar, y cuál es su responsabilidad según la ley mencionada?
  4. ¿Cómo demuestra Armich su ingenio y valentía al enfrentarse a los matones y proteger a su amigo John?
  5. ¿De qué manera influyó el apoyo de los padres de Armich en su decisión de seguir la carrera de Derecho?
  6. ¿Cuáles son las características más notables de Armich que lo convierten en un personaje fuerte y decidido en la historia?
  7. ¿Qué emoción o sentimiento predomina en Armich cuando confronta al director del colegio por su negligencia en proteger a John?
  8. ¿Por qué es importante que Armich ingrese a la universidad para estudiar Derecho en relación con su deseo de luchar por la justicia y proteger a los más vulnerables?
  9. ¿Cómo podría la experiencia de Armich en el colegio y su conocimiento de las leyes aplicables ayudarlo en su futura carrera como abogado?
  10. ¿Qué desafíos y oportunidades puede enfrentar Armich en su camino para convertirse en un abogado exitoso y defensor de los más necesitados?