enfrentando la Justicia-Legítima Defensa y Consecuencias- Capítulo XII

La tensión en el restaurante se fue disipando gradualmente, aunque la realidad del fatídico evento aún pesaba sobre los hombros de todos los presentes. Mientras Armich ayudaba a Luis a sostenerse tras el enfrentamiento, ambos sabían que la calma que sentían no era más que el preludio de una batalla legal que apenas comenzaba. Ambos estaban conscientes de que tendrían que enfrentar las consecuencias de lo ocurrido, pero también sabían que la vida de la familia de Luis había estado en peligro. Habían actuado por legítima defensa, y eso debía quedar claro ante la justicia.

Después de unos minutos, la policía llegó y aseguró la escena del crimen. Los testigos fueron interrogados uno por uno, mientras Luis, con el rostro aún marcado por la sangre, relataba lo sucedido. Armich estaba junto a él, apoyando cada palabra y dando su testimonio con claridad.

Sin embargo, no todos los oficiales compartían la misma perspectiva. Uno de ellos, un hombre de mirada severa y gesto rígido, los miró con desaprobación.

—¿Ustedes creen que pueden tomar la justicia por sus propias manos? —dijo con tono acusador—. No veo legítima defensa aquí. Para mí, esto parece un acto intencional.

La ira subió al pecho de Armich, sintiendo cómo su frustración por las palabras del oficial lo empujaba a reaccionar. No podía quedarse callado ante tal insinuación.

—Con todo respeto, oficial, —respondió Armich, manteniendo la calma en su voz—, su función aquí no es emitir juicios. Su deber es preservar la escena del crimen y asegurarse de que se sigan los procedimientos adecuados. La investigación será llevada a cabo por peritos especializados, no por opiniones apresuradas.

El oficial, sorprendido por los conocimientos de Armich, frunció el ceño. Pero su escepticismo no se desvaneció.

—Escucha, chico, —dijo con tono condescendiente—, sé que sabes algunas cosas, pero tenemos un cuerpo sin vida aquí. Y eso no se puede ignorar. No creo que esto sea tan simple como lo quieres hacer parecer.

Armich, manteniéndose firme, replicó:

—Respeto su opinión, pero la ley es clara. Luis actuó para proteger a su familia, y eso será demostrado en la investigación. No podemos permitir que las interpretaciones apresuradas nublen la verdad. Su deber es asegurar que todo se haga conforme a los procedimientos legales.

En ese momento, otro oficial intervino para calmar la situación, recordando que debían esperar la llegada del fiscal y de los peritos forenses. El ambiente se relajó un poco, pero la tensión seguía en el aire.

Al llegar el fiscal y los especialistas de la División Médico Legal, Luis y Armich fueron llevados a la comisaría para dar sus testimonios. Las luces frías de la sala de interrogatorios intensificaban la sensación de incertidumbre que ambos hombres sentían. Luis fue puesto bajo custodia, acusado de homicidio, aunque él insistía en que solo había actuado para proteger a su familia.

Mientras Armich esperaba su turno, sentado junto a sus padres, la madre del delincuente llegó a la comisaría. Su rostro estaba deformado por el dolor, y su voz desgarrada resonaba en los pasillos.

—¡Quiero justicia para mi hijo! —gritaba, mientras las lágrimas corrían por su rostro—. Mi hijo solo robaba para sobrevivir. ¡No tenían derecho a matarlo!

Las palabras de la madre calaron hondo en Armich, que observaba la situación desde la distancia. Sentía empatía por el dolor que esa mujer estaba atravesando, pero también sabía que lo que había sucedido era un acto de legítima defensa. A pesar de todo, no podía ignorar el hecho de que una vida se había perdido.

Finalmente, el fiscal llamó a Armich para dar su declaración. Entró en la sala, acompañado por sus padres, y tomó asiento frente al fiscal. El hombre lo observaba con una mirada penetrante, evaluando cada palabra y gesto.

—Cuéntame con detalles lo que sucedió, —dijo el fiscal, con voz calmada pero inquisitiva—. Este no es un asunto simple, y necesitamos entender cada aspecto del incidente.

Armich respiró hondo y comenzó a narrar todo lo que había visto, desde el momento en que el delincuente irrumpió en el restaurante hasta el instante en que Luis disparó para proteger a sus hijas. Cada palabra de Armich era precisa y sincera, pues sabía que cualquier error en su testimonio podría poner en riesgo la defensa de Luis.

El fiscal lo escuchaba en silencio, tomando notas y evaluando cada punto.

—Entiendo que tratas de proteger a Luis, —dijo el fiscal tras un largo momento—. Sin embargo, una investigación completa será necesaria. Sus acciones tendrán consecuencias, pero prometo que se tomará en cuenta el contexto en que ocurrieron.

Armich asintió, reconociendo que el destino de Luis estaba en manos de la justicia. No sería un camino fácil, pero confiaba en que la verdad prevalecería.

Al salir de la comisaría, la madre del delincuente seguía esperando afuera. Cuando vio a Armich, se acercó a él con el rostro aún bañado en lágrimas.

—¡Mi hijo no merecía morir así! —gritó, su voz cargada de desesperación—. Era joven, tenía tiempo para cambiar. ¡Ese hombre le quitó la vida, y debe pagar por lo que hizo!

Armich sintió el peso de las palabras de la mujer, pero sabía que lo que había sucedido fue en defensa propia. Observó el dolor en sus ojos, y decidió hablar con comprensión, pero con firmeza.

—Entiendo su dolor, señora, —dijo Armich con voz serena—. Sé que amaba a su hijo, pero lo que sucedió fue en defensa propia. Luis no quería lastimar a nadie, solo protegía a su familia. Es una tragedia, pero también una respuesta a una amenaza inminente.

La madre, desconsolada, negó con la cabeza.

—¡No tenían derecho a matarlo! —gritó—. Quiero que ese hombre pague por lo que hizo. ¡La justicia debe alcanzarlo!

El fiscal, Carlos Martínez, se acercó a la mujer con una expresión compasiva.

—Entiendo su dolor, señora —dijo suavemente—. Le prometo que realizaremos una investigación completa y justa. Nadie está por encima de la ley, y haremos todo lo posible para esclarecer los hechos.

Armich observó cómo la madre del delincuente seguía llorando, mientras el fiscal intentaba calmarla. En ese momento, entendió la profundidad del conflicto que se avecinaba. Este no era un caso sencillo de defensa propia; era una confrontación entre el dolor de una madre que había perdido a su hijo y el derecho de Luis a proteger a su familia.

Mientras se alejaba de la escena, Armich estaba decidido a ayudar a Luis en el juicio. Sabía que el camino sería arduo, pero creía firmemente que la verdad debía prevalecer. A veces, la justicia es un proceso largo y doloroso, pero es el único camino hacia la paz.

Y Armich estaba dispuesto a caminarlo hasta el final.

Preguntas de reflexión:

  1. ¿Cómo puede el sistema judicial equilibrar el derecho a la legítima defensa con las demandas de justicia por parte de las familias de las víctimas?
  2. ¿Qué papel juegan las emociones en estos casos, tanto para los acusados como para las víctimas?
  3. El conflicto emocional de la madre del delincuente resalta la complejidad de la justicia. ¿Cómo debe el sistema judicial manejar los casos donde el dolor de las familias se enfrenta al derecho de defensa?
  4. ¿Deberían tener las víctimas algún papel en el proceso judicial, más allá de ser testigos?
  5. El fiscal menciona que las acciones de Luis tendrán consecuencias, pero que se tomará en cuenta el contexto. ¿Qué elementos debe analizar el tribunal para evaluar si hubo un uso proporcional de la fuerza?
  6. ¿Cómo puede un abogado defensor presentar pruebas para fortalecer el argumento de la legítima defensa en un caso como este?
  7. Armich intervino de manera firme durante el interrogatorio policial, defendiendo los derechos de Luis. ¿Qué principios éticos y legales debe tener en cuenta un abogado al asesorar a su cliente en situaciones de presión emocional y legal?
  8. ¿Cómo pueden los abogados equilibrar el deber de defender a su cliente con la necesidad de respetar los procedimientos judiciales y las emociones de otras partes involucradas?
  9. El fiscal menciona que se debe investigar exhaustivamente. ¿Cómo se asegura la imparcialidad en las investigaciones criminales cuando hay tanta presión emocional por parte de las familias de las víctimas?
  10. ¿Qué medidas pueden tomar los fiscales y jueces para garantizar que la justicia no se vea influenciada por presiones externas o emocionales?