
El campus universitario hervía de emoción. Las noticias de las Olimpiadas Interfacultades se esparcían por cada rincón, como un viento que avivaba el fuego de la competencia. Estudiantes de todas las facultades formaban grupos en los pasillos, el cafetín y las áreas comunes, debatiendo con entusiasmo estrategias, equipos y cómo asegurar la supremacía académica.
En una esquina del cafetín, Armich, Cristian y Sofía, representantes del equipo de Derecho, estaban inmersos en una discusión estratégica. Las risas y el sonido del café goteando al fondo creaban un ambiente relajado, aunque la competencia que se avecinaba era todo lo contrario.
—Necesitamos a alguien fuerte en debate, alguien que pueda destrozar cualquier argumento en cuestión de segundos —dijo Cristian con una sonrisa traviesa, imaginando el poder de su equipo en el campo verbal.
Sofía, jugando con un bolígrafo entre sus dedos, asintió mientras su mente se paseaba por la lista de posibles candidatos.
—Sí, pero también necesitamos a alguien brillante en matemáticas para los desafíos más complicados. A veces, los ingenieros nos subestiman y podemos ganarles en su propio terreno —respondió, con una mirada pensativa.
Armich, que había estado escuchando en silencio, agregó con una chispa de determinación en los ojos:
—No olvidemos a alguien creativo, capaz de pensar fuera de la caja cuando nos enfrenten a algo inesperado. Ah, y un buen atleta, claro. No solo son cerebros, también hay que meterle músculo —dijo, guiñando un ojo.
—Entonces definitivamente no me pongas en la carrera de obstáculos, hermano —bromeó Cristian, riendo mientras estiraba sus piernas—. Mi especialidad es correr argumentos, no maratones.
Todos soltaron una carcajada. El ambiente relajado ocultaba, en parte, la tensión de la competencia. Sabían que las Olimpiadas Interfacultades eran algo más que un simple juego: era una cuestión de honor y orgullo.
En otra mesa, a solo unos metros, Elena, Diego y Lucas, el equipo de Ingeniería, discutían con igual fervor. Diego, que no dejaba de moverse con nerviosismo, se inclinó hacia adelante, su expresión era la de alguien que ya había planeado cada detalle.
—Tenemos que tener a alguien con habilidades técnicas, que pueda resolver cualquier problema numérico —dijo, su mirada fija en Elena, quien asintió mientras revisaba los desafíos posibles en su mente.
Lucas, el pensador silencioso del grupo, sonrió levemente.
—Bueno, sí, claro. Pero no podemos olvidar la resistencia física —añadió, levantando una ceja—. No vaya a ser que nos toque subir una pared o algo así.
Elena, que se había ganado la reputación de ser una líder analítica y una competidora feroz, no podía contener la emoción ante la idea de ganar a los abogados.
—A nosotros los números no nos fallan —dijo con una sonrisa segura, como si ya estuviera oliendo la victoria—. Vamos a ganarles en cálculo, como mínimo.
El día tan esperado de las Olimpiadas Interfacultades finalmente llegó. El campo deportivo del campus estaba lleno de vida: banderas ondeando, estudiantes con pinturas de guerra en sus caras, y un rumor de anticipación que lo envolvía todo. Los equipos de cada facultad se reunieron en el centro, preparados para enfrentarse en una serie de desafíos que pondrían a prueba sus habilidades, ingenio y resistencia.
El equipo de Derecho, liderado por Armich, Cristian y Sofía, estaba listo. Cada uno llevaba una camiseta negra con el escudo de su facultad impreso en el pecho, y el brillo de la competitividad en los ojos. Habían entrenado mental y físicamente para este momento, y aunque sabían que se enfrentarían a rivales duros, estaban decididos a no ceder terreno.
—Listos para darles una lección a los de Ingeniería —dijo Sofía, ajustándose el cabello bajo la gorra. Su tono era relajado, pero su mirada denotaba determinación.
Cristian, siempre el bromista, dio un paso adelante y extendió los brazos hacia el equipo.
—¡Vamos chicos! ¡A ganar!. Si perdemos, al menos que sea con estilo —añadió riendo.
Armich observaba el escenario con una calma concentrada. Sabía que el mayor reto no sería el debate o la resolución de problemas, sino mantener la unidad y la moral del equipo en los momentos difíciles.
El primer desafío fue una prueba de debate, donde los estudiantes de Derecho sabían que llevaban ventaja. Sofía y Armich, acostumbrados a discutir casos legales en clase, brillaron. Elena y Diego, de Ingeniería, se esforzaron por mantener el ritmo, pero el tema – ética en el uso de la inteligencia artificial – fue una trampa mortal para ellos.
—Claramente, la regulación ética en la IA no puede estar solo en manos de ingenieros —argumentó Sofía—. Se necesita un marco legal para proteger los derechos de los ciudadanos.
Elena frunció el ceño, sabiendo que era difícil refutar algo tan obvio.
—Puede ser —admitió Elena—. Pero si no hay ingenieros que programen esas leyes en los algoritmos, tus palabras se quedarán en papel.
Sofía sonrió. Sabía que tenía control de la conversación.
—Por eso necesitamos abogados que no solo escriban las leyes, sino que las hagan cumplir.
El equipo de Derecho salió victorioso del debate, lo que levantó aún más el ánimo de su facultad.
El segundo desafío fue más inesperado: una competencia física. Los estudiantes tendrían que correr con obstáculos, cargar mochilas pesadas y escalar una pared. Diego y Lucas de Ingeniería, con sus figuras atléticas, parecían tener la ventaja, pero Cristian, decidido a no ser el último, sacó fuerzas de donde no tenía.
—¡Vamos Cristian! No pienses, corre! —gritó Armich, mientras Cristian, jadeante, trataba de saltar una barda, fallando estrepitosamente en su primer intento y cayendo de cara al suelo.
—Bueno, al menos lo intentó —dijo Sofía entre risas.
Pero en el último momento, Cristian, con la determinación de un abogado frente a un caso imposible, logró dar un salto impresionante, logrando pasar justo a tiempo para que el equipo de Derecho no quedara eliminado.
—Esos abogados, siempre buscando lagunas en la ley… o en las bardas —bromeó Diego, divertido por el espectáculo.
Con el sol ya alto y las pruebas avanzando, llegó el desafío final, el más esperado: una competencia de lógica y trabajo en equipo. Los equipos debían resolver una serie de enigmas complejos que involucraban matemática avanzada, cuestiones de ética y retos físicos. Este sería el evento que decidiría al campeón de las olimpiadas.
Armich lideró el equipo con firmeza, mientras Sofía y Cristian aportaban ideas rápidas y creativas. Elena, con su equipo de Ingeniería, no se quedaba atrás, pero un error en los cálculos les hizo perder tiempo crucial.
Cuando el último enigma fue resuelto, el campus estalló en un rugido de emoción. El equipo de Derecho había ganado por una diferencia mínima.
Con una mezcla de orgullo y cansancio, Armich, Sofía y Cristian levantaron el trofeo en alto mientras los demás estudiantes de Derecho les vitoreaban desde las gradas. Habían demostrado que, con ingenio, esfuerzo y trabajo en equipo, incluso las disciplinas más técnicas podían ser vencidas.
—¿Qué se siente ser vencidos por «solo palabras»? —dijo Cristian, dirigiéndose a Diego con una sonrisa pícara.
—Admito la derrota —respondió Diego, sonriendo de vuelta—. Pero en la revancha, prepárate para que te gane corriendo.
Las risas llenaron el campo mientras las facultades, rivales por un día, celebraban juntas la victoria de Derecho. El honor de la facultad había sido defendido, pero lo más importante era que los estudiantes habían aprendido algo más allá de sus disciplinas: el poder de la camaradería y la competencia sana.
Preguntas de reflexión:
- ¿Qué papel juega la camaradería en el éxito de un equipo en competencias interdisciplinarias?
- ¿Cómo influye la confianza en los demás miembros del equipo en el rendimiento general?
- En las olimpiadas interfacultades, la competencia es entre distintas disciplinas. ¿Cómo se puede aplicar este tipo de colaboraciones interdisciplinarias en el mundo laboral?
- ¿Qué beneficios y desafíos trae trabajar con personas de diferentes formaciones profesionales?
- Armich y Sofía brillan en el debate legal, mientras que Cristian se esfuerza físicamente. ¿Crees que es importante que un profesional tenga un equilibrio entre habilidades intelectuales y físicas?
- ¿Qué ventajas crees que tienen las personas con habilidades tanto mentales como físicas en la vida profesional?
- Durante las competencias, tanto los ingenieros como los abogados demostraron su ingenio en situaciones inesperadas. ¿Cómo pueden los retos fuera del aula contribuir al desarrollo integral de un estudiante de derecho o cualquier otra disciplina?
- ¿Qué habilidades no académicas crees que son esenciales para los abogados en la práctica real?